lunes, 24 de diciembre de 2018

ACTUALIZACIÓN MEJORES CICLISTAS DE LA HISTORIA - 2018

Cuando empecé hace cuatro años con este proyecto interminable de clasificación histórica de ciclistas, parecía prácticamente imposible que ningún ciclista actual accediese al top ten. Ese espacio parecía reservado para una élite de ciclistas del siglo XX. Estos formaban un club cerrado para cuyo acceso eran necesarias un mínimo de siete grandes vueltas, ocho grandes triunfos combinando clásicas, mundiales y grandes vueltas o nada menos que diez victorias de un día de primerísimo nivel. Números imposibles. Boonen, Contador y Cancellara se habían acercado a esos números, pero sin llegar a rozar los bordes del top ten. Este año por fin lo ha conseguido un corredor del siglo XXI, Alejandro Valverde, que accede nada menos que al séptimo puesto. Precisamente el corredor al que Boonen calificó en su día como el mejor ciclista de su generación. 

Fijándonos en los grandes números, Valverde no ha cumplido los requisitos antes expuestos. De hecho, rebaja la cuota de entrada a ese top ten a un número total de seis grandes triunfos (un mundial, una Vuelta, cuatro "Liejas"). Hay que buscar en otro lado las causas de su ascenso. Se hablará lógicamente de su longevidad y de su gusto por correr de principio a fin las temporadas, aunque el primer detalle habría que matizarlo. Si se suman las temporadas profesionales con puntuación de los grandes ciclistas, Valverde no desentona por arriba. Es más, se encuentra en la media (13,9 temporadas con puntuación). Valverde ha conseguido puntuar en 14 temporadas, pero los demás se mueven en unos mismos números: Merckx en 12, Hinault en 11, Anquetil en 17, Coppi en 15, Bartali en 14, Moser en 14, Kelly en 16, Induráin en 12, De Vlaeminck en 14, Van Looy en 16 y Gimondi en 12. Lo insólito en el caso de Valverde, lo que le hace único en comparación con los otros grandes, es que la tendencia seguida con el paso de los años ha sido un antinatural in crescendo

Por otro lado, la presencia de Valverde es un reconocimiento a los corredores que consiguen triunfos durante toda la temporada. Se critica a Valverde muchas veces por disputar con ahínco las carreras españolas de principio de temporada y descuidar en cambio grandes citas. Es cierto. Pero no cabe duda de que, si bien el grueso de su puntuación no deriva de esos triunfos de principio de temporada (que apenas aportan puntos), la acumulación de puestos delanteros en casi todas las carreras importantes (salvo en Milán - Sanremo, Flandes y Roubaix) ha sido el hecho que más ha contribuido a su posicionamiento delantero. A diferencia de otros cogeneracionales, como Boonen, Cancellara o Contador, el palmarés de Valverde es mucho más completo, al incluir una gran vuelta, vueltas de una semana y grandes clásicas. La consecución del mundial ha sido el coronamiento de una trayectoria, lo que le he permitido superar a otros grandes corredores sin mundial (Kelly, Induráin, De Vlaeminck). 

La posición de Valverde eclipsa al ascenso vertiginoso de Chris Froome. Este ascenso ha sido propiciado por su victoria en el Giro de Italia, que le supone además una bonificación extra por ganar las tres grandes. Ello ha sido posible sin duda gracias a la polémica exoneración que le permitió mantener en su haber la Vuelta de 2017. Por su parte, el triunfo de Nibali en Sanremo no le ha permitido subir ni siquiera un puesto.

En otro orden de cosas, pocos cambios en la puntuación. No creo que sea necesario incluir el baremo de nuevo. Simplemente he tenido en cuenta dos carreras: el Critérium National, cuando lo disputaban solamente corredores franceses, y el Giro dell'Umbria. Ambas cuentan 2 puntos.  

Así queda la clasificación. 


1Eddy MERCKXBEL6168
2Bernard HINAULTFRA3388
3Jacques ANQUETILFRA2864
4Fausto COPPIITA2690
5Gino BARTALIITA2309
6Francesco MOSERITA2253
7Alejandro VALVERDEESP2160
8Sean KELLYIRL2123
9Miguel INDURÁINESP2079
10Roger DE VLAEMINCKBEL2074
11Rik VAN LOOYBEL2051
12Felice GIMONDIITA1984
13Alfredo BINDAITA1780
14Christopher FROOMEKEN / GBR1681
15Louison BOBETFRA1632
16Freddy MAERTENSBEL1601
17Laurent JALABERTFRA1588
18Costante GIRARDENGOITA1556
19Alberto CONTADORESP1551
20Tony ROMINGERSUI1524
21Joop ZOETEMELKNED1473
22Giuseppe SARONNIITA1464
23Ferdi KÜBLERSUI1435
24Vincenzo NIBALIITA1419
25Fabian CANCELLARASUI1328
26Raymond POULIDORFRA1238
27Erik ZABELGER1226
28Peter SAGANSVK1191
29Tom BOONENBEL1182
30Rik VAN STEENBERGENBEL1176
31Fiorenzo MAGNIITA1173
32Johan MUSEEUWBEL1131
33Gianni BUGNOITA1084
34Paolo BETTINIITA1084
35Greg LEMONDUSA1064
36Joaquín RODRÍGUEZESP1054
37Laurent FIGNONFRA1049
38Nicolas FRANTZLUX1044
39Luis OCAÑAESP1027
40Jan RAASNED1013
41Philippe GILBERTBEL1006
42Henri PÉLISSIERFRA1002
43Jan ULLRICHGER974
44Herman VAN SPRINGELBEL972
45Learco GUERRAITA965
46Stephen ROCHEIRL936
47Alex ZÜLLESUI921
48Moreno ARGENTINITA918
49Franco BITOSSIITA918
50François FABERLUX917
51Jan JANSSENNED913
52Alberic SCHOTTEBEL910
53Mario CIPOLLINIITA902
54André LEDUCQFRA881
55Hugo KOBLETSUI873
56Gustave GARRIGOUFRA 856
57Mark CAVENDISHGBR833
58Walter GODEFROOTBEL832
59Rudi ALTIGGER804
60Nairo QUINTANACOL800
61Fred DE BRUYNEBEL799
62Gaetano BELLONIITA796
63Philippe THYSBEL793
64Cadel EVANSAUS791
65Giovanni BRUNEROITA791
66Antonin MAGNEFRA788
67Óscar FREIREESP784
68Claudio CHIAPPUCCIITA769
69Michele BARTOLIITA768
70Charly GAULLUX757
71Stan OCKERSBEL747
72Octave LAPIZEFRA736
73Bernard THÉVENETFRA727
74Lucien VAN IMPEBEL722
75Alexandre VINOKUROVKAZ721
76Hennie KUIPERNED710
77Vittorio ADORNIITA692
78Abraham OLANOESP689
79Miguel POBLETESP688
80Lucien "PETIT BRETON"FRA684
81Charly MOTTETFRA683
82Georges RONSSEBEL678
83Pedro DELGADOESP659
84André DARRIGADEFRA657
85Federico M. BAHAMONTESESP652
86Davide REBELLINITA648
87Alessandro PETACCHIITA645
88Louis TROUSSELIERFRA640
89Jean STABLINSKIFRA635
90Danilo DI LUCAITA627
91Louis MOTTIATBEL625
92Marco PANTANIITA603
93Raymond IMPANISBEL594
94Mariano CAÑARDOESP594
95Roberto HERASESP589
96Denis MENSHOVRUS585
97Gilberto SIMONIITA576
98Damiano CUNEGOITA572
99Gianbattista BARONCHELLIITA568
100Heiri SUTERSUI562

Así quedan los 20 siguientes. Wiggins baja un puesto al haber recalculado la puntuación de Menshov y su Vuelta de 2005.

101Bradley WIGGINSGBR555
102Gianni MOTTAITA553
103Julián BERRENDEROESP553
104Maurizio FONDRIESTITA552
105Marcel KINTBEL551
106Eric VANDERAERDENBEL548
107Sylvère MAESBEL546
108Greg VAN AVERMAETBEL540
109Gastone NENCINIITA535
110Ottavio BOTTECCHIAITA533
111Phil ANDERSONAUS532
112Michel POLLENTIERBEL530
113Adrie VAN DER POELNED525
114Frans BONDUELBEL521
115Pascal RICHARDSUI518
116Gerrie KNETEMANNNED517
117Claude CRIQUIELIONBEL515
118Cyrille VAN HAUWAERTBEL515
119Ercole BALDINIITA513
120Jo DE ROONED505

Finalmente, los 15 siguientes corredores actuales. 


Andre GREIPELGER485

Tom DUMOULINNED459

Tony MARTINGER439

Michal KWIATKOWSKIPOL407

Alexander KRISTOFFNOR379

John DEGENKOLBGER376

Daniel MARTINIRL360

Geraint THOMASGBR343

Niki TERPSTRANED339

Rui COSTAPOR338

Rigoberto URÁNCOL294

Richie PORTEAUS287

Michael MATTHEWSAUS287

Marcel KITTELGER283

Fabio ARUITA281


Feliz navidad a todos.

viernes, 21 de diciembre de 2018

UNA MAÑANA EN CARCASSONE

Carcassone, 18 de julio de 2004. Ha llovido mucho desde entonces. Corrían años duros en los que Armstrong tiranizaba al pelotón con mano de hierro. Precisamente ese mismo año el tejano iba a dar el paso al vacío de un sexto Tour. A pesar de ello, de aquel Tour lo que más se recuerda es el gesto que lanzó a las cámaras de televisión, amenazando veladamente a compañeros y espectadores, recordando que lo más conveniente era estar callados "y creer".

El día anterior de la salida en Carcassone se había disputado una etapa pirenaica como si fuese un desfile. Únicamente Ivan Basso había seguido el ritmo del paciente de Ferrari. Pero Basso no era un rival. Más bien era un perro faldero, copartícipe en métodos y ambiciones. Aún así, en Carcassone todavía marchaba de líder Thomas Voeckler,  un joven corredor en la mejor tradición gala de corredores populares e histriónicos.

Era una mañana soleada en la ciudad occitana. Siguiendo la calle en la que estaba dispuesta la salida se veía al fondo la colina en la que resplandecía la ciudadela reconstruida por Viollet-le-Duc. Los coches y autobuses habían aparcado en un paseo arbolado, con panaderías y pastelerías, kioskos y tiendas de souvenirs con aparatosos toldos anticuados. Todo estaba ya vallado. Sin embargo, la gendarmería apenas echaba un vistazo perezoso a las vallas traseras en las que los espectadores se agolpaban, ansiosos de acceder al Village Départ. La psicosis por la seguridad de los años de Bush había tenido su traducción, en el mundo del ciclismo, en una cohorte de guardaespaldas y  más de un ciclista que rehusaba el contacto con el público. Entre ellos, el jefazo. Sin embargo, los gendarmes parecían dispuestos a hacer la vista gorda. Fue fácil dar un salto y colarse. Los franceses se mantuvieron en su sitio, eran demasiado educados. Algún vasco, con peinado característico y camiseta naranja me secundó, o eso creo recordar. Entonces allí, una vez dentro, aproveché la oportunidad para simular ser un periodista más, a la caza de una imagen. Los ciclistas estaban más distendidos, hablando con periodistas, tomando el sol. Alguno incluso exhibiendo a su hijo como quien enseña un trofeo. Los únicos que se demoraban más en los autobuses eran las estrellas: Armstrong, Ullrich...

Así eran aquellos años. Un dominio aplastante parecido al de hoy en día, aunque con una falsa percepción de variedad y reparto en las victorias. Una misma fascinación por ciclistas, bicicletas y maillots, aunque quizá con más ilusión y menos cinismo por mi parte. Pero todo aquel mundo parece haber sido borrado de un plumazo, no sólo por el paso del tiempo, sino también por la damnatio memoriae de 2012. Es un ciclismo que parece no haber existido. Caído el tirano, una vez borrado su dominio, pareció también desaparecer todo su tiempo.



Filippo Pozzato

Fabian Cancellara
Michele Bartoli

Carlos Sastre


Ivan Basso

Thomas Voeckler


Ivan Basso

Jan Ullrich

Robbie McEwen

Viatcheslav Ekimov


Lance Armstrong
Igor González de Galdeano y un servidor


viernes, 7 de diciembre de 2018

FRAGMENTOS DE LA MILÁN - SANREMO (IV)

Llegamos con esta última entrega al final de la serie de artículos periodísticos sobre la Milán - Sanremo, con dos artículos del mismo autor, Candido Cannavò, a propósito de la victoria de Gianni Bugno en 1990 y de Erik Zabel en 2000, en mitad de su particular reinado en la Classicissima. A decir verdad estos dos últimos artículos me han parecido los más pobres de la serie, los menos afortunados por su tono un tanto pomposo, a veces incluso cursi y en exceso particularista, centrado casi en exclusiva en los italianos, sus logros y sus lamentelle. Todo lo contrario que el brillante artículo de Bruno Raschi que publiqué anteriormente a propósito del último gran triunfo de Merckx o el lúcido análisis de Bruno Roghi a cuenta de la victoria muy calculada de Bartali en 1940. En ese sentido, parece mentira que sean estos dos textos los más recientes, salidos como decía antes de una misma pluma, pues en la exaltación de los triunfos locales bien poco se diferencian de los escritos en la posguerra. 


ERA NECESARIA UNA SANREMO ASÍ, 18 de marzo de 1990, por Candido Cannavò.

En medio de la fiesta popular, con señoritas arrobadas por la multitud y maduros señores secándose las lágrimas, al palco de San Remo llegó Francesco Moser. Entre tantas celebraciones espontáneas, ésta me ha parecido la que estaba más en relación con la historia. Moser buscaba a Bugno y le entregaba la continuación ideal de una emoción interminable. Desde 1984 el rectilíneo de San Remo no nos hacía enloquecer. La hazaña de Moser de aquel año milagroso permanece inscrita en la memoria; pero ayer Bugno fue más allá: ofreció a la gente vibraciones más altas y prolongadas, dibujando una hazaña que aleja a nuestro ciclismo de sus miserias.

Se hablará durante mucho tiempo de estos 25 kilómetros de soledad, bendecidos por un sol triunfante y por un aire impregnado de salinidad. Desde el desvío de la Cipressa hasta la llegada: el escenario de un thrilling auténtico. Quince segundos, no, ocho, puede hacerlo, maldita sea está perdiendo, puede volver a distanciarse en el Poggio, pero no, esa bajaducha¹ no le va bien. Así ha avanzando, midiendo metros, segundos, curvas y pendientes. Y la gente se ha vuelto loca. No sé desde cuánto hace que no se asistía una explosión de alegría de este tipo. Pero Gianni se dejaba incluso empujar con los ojos. El thrilling no le ha provocado ni siquiera una arruga. Recuerdo a Moser: parecía una fiera. Bugno no, él se ha mantenido oculto bajo un comportamiento estilístico impecable que no dejaba entrever cuántas fuerzas vitales todavía poseía, después de casi 300 kilómetros de fatiga. Desde un punto de vista técnico me parece que su obra maestra reside no solamente en el acto de gran valentía que lo ha llevado a arriesgar en el momento de la verdad, sino también y principalmente en el modo con el que ha sabido gestionar, con un absoluto autocontrol, en bajada y en subida, aquel pequeño puñado de segundos, que en realidad era un patrimonio inmenso para él y para nuestro ciclismo. ¡Dios mío, cuanta necesidad había de una “Sanremo” así! El “deseo de los italianos” del que hablaba ayer ha encontrado una configuración prodigiosa. Demasiados desengaños habíamos sufrido hasta encontrar en Bugno uno de los campeones generacionales que nuestro ciclismo iba buscando. Nada le falta para serlo: bastará que él lo quiera ser. Y las imágenes de ayer son más que un auspicio: más que de Bugno inducirían a pensar en un nuevo Bugno liberado de sus fragilidades psicológicas.

Victoria, pues, ¿y ahora qué? Dejémoslo estar por el momento... Bugno liga su nombre también a una alucinante media récord que no sólo es hija de una bendición climática, sino también una hazaña escondida, incluso un hecho sin precedentes. Daos cuenta: en el decimonoveno kilómetro la “Sanremo” ha destrozado a su aristocracia extranjera. La carrera se ha roto en dos. Y en el grupo de los “somnolientos” estaban Fignon, Kelly, LeMond, Criquielion y Rominger. En otras tiempos, los nuestros los habrían esperado. Ayer, en cambio, los han mandado a hacer puñetas, con una increíble, exultante carrera de ataque a la italiana. ¿Cómo se puede olvidar una “Sanremo” así?

1 "Discesaccia" en el original. 






EN SU REINO, LOS DESTELLOS DE ITALIA, 19 de marzo de 2000, por Candido Cannavò.

Querida Fantasía, no has intervenido para nada. Zabel tenía que ser y Zabel ha sido, según el riguroso guión de los técnicos y de los aficionados de barra de bar. Pronosticar al alemán como vencedor de la “Sanremo” es siempre obvio, como hablar mal del teatrillo político italiano o como un vaso de agua cuando hay sed. Sucedía en los tiempos de Merckx, que de “Sanremos” ganó siete. Era difícil imaginar uno que pudiese batirlo.

Pero si ayer la Fantasía estaba descansando, o quizá en huelga, hemos asistido al triunfo de su hermana Lógica. Solo los fuera de serie son capaces de llevar puesto como un uniforme el rol de favorito absoluto y honrarlo en la meta con tanta irreverente desenvoltura.

Un gran equipo, el Telekom, un desarrollo de carrera casi perfecto, el mayor lanzador del mundo (aquel Fagnini, el inolvidable “motor” de Cipollini) y después él, Erik Zabel, alemán de Berlín, 29 años, tercera victoria en “Sanremo”, como Coppi, más un segundo puesto. En el trascurso de cuatro años. El rectilíneo de vía Roma se parece ya al salón de su casa.

Rendido el honor al vencedor, nos deslizamos poco a poco, sin hacer dramas, sobre una crónica de las ilusiones. Dignidad, valentía, acciones meritorias y esfumadas, un óptimo segundo puesto de Baldato. Esto nos ha reservado la carrera, estupenda en su final, en una jornada más cercana al verano que a la inminente primavera.

¿Si veís a un joven italiano que a mitad de carrera lleva media hora de ventaja, qué pensaríais? Se trata de un loco adorable, se lo zamparán. Así sucedió, pero aquel Michele Gobbi, que empujaba sus veintidós años hacia una aventura imposible, era un asidero sutil a la ilusión eterna. De vez en cuando, lo absurdo se cumple.

Aquel otro Michele, de una categoría bien distinta, el renacido Bartoli, que se olvida de su rodilla vendada y ataca en la Cipressa como si la meta estuviese apenas pasada la subida, ¿qué es sino una noble ilusión? Hasta los pies del Poggio hemos creído en la hazaña del hombre de las clásicas. Pero la sucesión de ataques ha pasado por encima de él y también de nosotros. Bartoli está, de todas formas, en el umbral de un gran retorno.

La última hoja del árbol de las ilusiones se llama Bettini. Un descenso desesperado, temerario, incluso diría perfecto. Pero ese manojo de segundos que mantiene al llegar al último kilómetro se desintegra, se convierte en cenizas, cuando la ruta se aplana. El rectilíneo de vía Roma es el reino de Zabel. Pienso que el sol no tiene intención todavía de ponerse.  





domingo, 25 de noviembre de 2018

FRAGMENTOS DE LA MILÁN - SANREMO (III)

Comparto con todos vosotros dos crónicas históricas más de la Milán - Sanremo, para combatir así los rigores del parón otoñal-invernal, que ya está empezando a hacerse demasiado largo. En este caso, se trata de dos artículos que describen los años del dominio belga de la prueba y del ciclismo en general. El primero, salido de la pluma de Bruno Raschi, sobre la última de las siete victorias del caníbal Eddy Merckx en 1976. El segundo, firmado por Rino Negri, sobre el último triunfo de Roger De Vlaeminck en 1979. Estos dos artículos son los que más me han gustado de toda la serie, junto con el de la edición de 1940 que ya publiqué. También los que más me han costado de traducir, en especial el de Bruno Raschi, por su carácter más literario que los anteriores. Espero que los disfruten. 


HA FUSTIGADO A UN PELOTÓN DE “ESCLAVOS”, 20 de marzo de 1976, por Bruno Raschi.

Eddy Merckx ha ganado por séptima vez la Milán – San Remo llevando a cabo un milagro que ningún “analista” le habría humanamente atribuido. En diez años de carrera, increíble carrera, ha logrado destrozar el mito de Girardengo, a lo largo de una carretera que transmite todavía la leyenda de mojón en mojón. Pero quizá todavía no ha acabado. Teniendo en cuenta la manera en la que ha ganado, es necesario reservarlo para el año venidero. 

Protagonista del más bello ciclismo atlético que se haya visto nunca, este campeón parece amonestarnos por todas las reticencias y por todas las equivocaciones. Todavía esta mañana, mirándole a la cara, considerando su invierno (cinco Seis Días, un mes sin ver el sol), me parecía casi una obligación imaginarlo como el más vulnerable entre los favoritos. Partían doscientos para San Remo y por primera vez después de muchos años no era el hombre a batir.

El grupo buscaba en vano su nuevo “clavel rojo” (1). Ahora el ciclismo ha vuelto a ser de golpe el mismo de siempre. Eddy Merckx todavía es el rey de la melée. Es necesario escribir que este hombre, siempre joven como un muchacho y dotado de una fuerza misteriosa (de cuento de hadas, escribiría Vergani), parece haber alcanzado en bicicleta el don de la inmortalidad. Si perdonáis la hipérbole, que en casos de este tipo es necesario atribuir a la emoción, escribiré que esta victoria, por el número que la marca, tiene algo de bíblico. ¿Cuántas veces se puede apostar a que Merckx gana en San Remo? No siete veces, sino setenta veces siete. En fin, mirarlo y no tocarlo, como una hidra (2) que pedalea.

Pero toquemos tierra nuevamente junto a él, en aquel callejón en el que se ha convertido la carretera inmediatamente después de superarse la meta. Merckx ha alzado el puño al cielo – el saludo de los púgiles después del K.O.- y ha acabado en medio de un cordón de policías que apenas lo protegían. Vandenbroucke (3), veinte años, el sorprendente rival que lo ha acompañado hasta meta, permanece solo, con la cabeza erguida, a un lado de la calzada, junto a las vallas. Probablemente no cree ni en lo que ha hecho ni en lo que ha visto. 

Vandenbroucke es un magnífico ejemplar flamenco, al menos tan alto como Merckx aunque más fino. Es el único que ha corrido como adversario desde el Capo Berta en adelante, es decir, desde el momento en el que la Sanremo ha comenzado a ser una carrera. Los demás - aparte de Moser al inicio y Maertens hasta que ha podido - se han comportado como víctimas predestinadas, o incluso peor, tal y como señala la descripción al detalle que voy a haceros... 

Desde Porto Maurizio hasta el desvío del Poggio, en un espacio de aproximadamente veinte kilómetros por lo tanto, Merckx ha corrido como un poseso, repitiendo los ataques en una secuencia demoledora incluso para un adversario de su propio calibre. Ha atacado seis veces, siempre desde la posición de cabeza, que es naturalmente la menos táctica que existe, pero también la más perentoria, la más insolente. Es como decir a todos: preparaos para el golpe que me voy...

El primer ataque lo llevó a cabo con De Vlaeminck a rueda, pero De Vlaeminck se apartó para poner en su sitio a Maertens. Era un signo elocuente para entender el escenario sobre el que se produciría el duelo. Al segundo ataque respondía Vandenbroucke con una suficiencia que era ya reveladora del buen tono de este joven. El tercero le habría tocado a Van Linden, pero Van Linden se hizo a un lado con una elegante finta (4), lo que era una clara renuncia al combate. Tuvo que remediarlo una vez más Vandenbroucke por cuenta de todos.

Merckx no había acabado; pasaba a un segundo plano un instante en busca de una nueva intimidación y era el bravo Panizza a cogerlo a contrapié para dar paso a Moser y Baronchelli, que partían a su vez siguiendo su impulso. Más que un ataque verdadero era un rayo de sol en medio del temporal.

Merckx cambiaba de arma. Llegado a un cierto punto daba espacio a Vandenbroucke, quizá para incitarlo a consumirse rápidamente y para ver si Maertens estaba todavía vivo. Maertens no respondió más y entonces el “monstruo” llevó a cabo el último golpe tomando el desvío del Poggio. Cincuenta metros netos le reportó su última aceleración, el espacio exacto para subir de marcha y observar desde lo alto la teoría. La progresión de Merckx en subida ha sido menos espectacular que en otras ocasiones, pero no hacía falta más. A sus espaldas el grupo se había disuelto, aniquilado, daos cuenta, después de veinte kilómetros de ataques, después de una serie de recuperaciones que lo habían llevado lenta e inexorablemente a los límites de la agonía.

Se podía pensar en un Merckx todavía victorioso, pero no en un Merckx de esta especie, capaz de una obra maestra tan estudiada, tan intensa, tan perfeccionada. Pero no se puede correr la “San Remo” a fondo como se corre un maratón (5), en el ocaso (muy hipotético) de una carrera sin precedentes. Alcanzado a un kilómetro del Poggio por Vandenbroucke, Merckx ha preferido conocer al inesperado adversario, ahorrando al mismo tiempo fuerzas en una subida que la distancia hace a todos problemática. Sin embargo, no creo que haya sufrido ni siquiera leves palpitaciones en el sprint... 



(1) "garofano rosso" en el original. "Il garofano rosso" es una novela de Elio Vittorini publicada en 1948, que dio lugar a una película estrenada en 1975, dirigida por Luigi Faccini y protagonizada por Miguel Bosé, y a un disco de título homónimo de la banda Banco del Mutuo Soccorso en 1976. Como traductor "amateur", no he encontrado mayor relación entre estas obras y la expresión utilizada por Bruno Raschi que la coincidencia de fechas (estaría de moda entonces) y el hecho de que la obra de Vittorini se trate de una Bildungsroman o novela de juventud, lo que podría ponerse en relación con la necesidad del pelotón de encontrar una estrella emergente.   

(2) hidra: monstruo de la mitología grecorromana, que contaba con nueve cabezas. Si se le cortaba una, ésta renacía al instante. De esta manera, Bruno Raschi parece hacer referencia a la "inmortalidad" de Merckx, la dificultad para derrotarle. 

(3) Jean-Luc Vandenbroucke, del Peugeot - Esso - Michelin, tío del futuro Frank Vandenbroucke, perderá su segundo puesto al ser descalificado por dopaje. 

(4) "schermaglia" en el original, esto es, escaramuza. He preferido traducirlo por finta, que tiene más sentido en castellano. 

(5) "non si può correre la "Sanremo" come si corre il miglio" en el original, esto es, "no se puede correr la San Remo como se corre la milla". He preferido traducirlo como el maratón, para darle quizá un sentido más actual a la expresión. 
  




MOVERSE EN EL MOMENTO JUSTO, 18 de marzo de 1979, por Rino Negri.

El año pasado Roger De Vlaeminck ganó la Milán – San Remo aprovechándose de una acción de Saronni y protegido por Moser, que era su compañero de equipo (1). Ayer el astro flamenco ha logrado el bis aprovechándose primero del trabajo hecho por Moser en el Poggio, mientras Raas estaba marchándose, y después de la progresión del trentino en via Roma: ¡un compañero de equipo enrolado para correr de esa manera no habría sido capaz de hacerlo mejor! 

Y de este modo ahora De Vlaeminck se encuentra con tres victorias en la “Classicissima”. Son muchas para no ser Merckx y no ser un italiano. Aunque desde hace tiempo saca provecho de la organización de equipos italiana (incluso Giacinto Benotto ha llegado de México convencido de verlo vencedor), es muy difícil enlazar tres “Sanremo”...

En la previa, De Vlaeminck juró que se haría el espabilado (2), porque quería llegar a la fuente que hace de mediana al inicio de vía Roma con las energías indispensables para saldar cuentas con los velocistas que, como él, hubiesen sido eventualmente capaces de conservar las piernas después del Poggio. Se hizo el espabilado, y no sólo una vez, incluso su majestad Eddy Merckx: imaginaos si no lo podría hacer él, que nunca ha osado compararse con Merckx. De Vlaeminck ha comenzado a pedalear a rueda de Moser en el Capo Berta. Después, cuando ha visto que Moser metía el desarrollo largo para colmar el hueco que lo separaba de Beccia y del cuarteto de Raas, De Vlaeminck se le ha pegado a su rueda. Determinó que Moser era el adversario que lo llevaría hasta el punto justo y en las condiciones ideales para alzar el vuelo. Y acertó.

Lógico que De Vlaeminck elogiase a Moser. El vencedor no debe ser nunca avaro en alabanzas con los adversarios. Si lo fuese no valoraría el propio éxito...

Cuatro París-Roubaix, tres “Sanremo”, una Flecha Valona, una Vuelta a Flandes, una Lieja – Bastoña – Lieja, dos Milán – Turín, un Campeonato de Zürich, un Tour de Suiza...Ha coleccionado, desde que en 1963 comenzó a correr, algo así como cuatrocientas victorias. Sin embargo goza de aplastante popularidad. Es un tipo que habla mucho. De entre las figuras, además, es seguramente el que ha disputado menos competiciones por obligación. Es difícil que los organizadores consigan alentarlo: o le dan todo lo que pide o no se mueve de su villa de dos plantas de Eeklo, a pocos kilómetros de Gante, la capital de Flandes. El año pasado, después de haber aceptado correr junto a Moser en la Sanson, se declaró arrepentido. Disuelta la Brooklyn, había tenido mucha prisa por firmar. Y después tenía ganas de que acabase la temporada ya. No logró ganar gran cosa después de la Milán – Sanremo, la Sassari – Cagliari y el Giro del Friuli. Habituado a los triunfos, tuvo que contentarse con las migajas. Y parecía acabado, tanto que aceptó las condiciones de Antonio Scibilia, patrón de la Gis, que son claramente inferiores a aquellas que un campeón ganador de su categoría puede imponer en Bélgica.

Roger tendrá 32 años el 24 de agosto. Si lo desea, podría correr durante otras dos o tres temporadas. Pero no se le tiene que imponer nada. Porque cuando es asaltado por la nostalgia nadie le puede impedir salir corriendo hacia Eeklo, para ver a su mujer Marleene y a las pequeñas Nadia y Sheila...Solo allí en ese momento, sereno y relajado, vuelve a tener 44 pulsaciones, a veces 38, y ríe contándolo, porque dice que le parece que no siente el corazón, el mismo que ha soportado esfuerzos tremendos. Desde joven, porque desde que era un muchacho De Vlaeminck ha sufrido mucho. Iba por la noche a trabajar a la fábrica para poder entrenar con la luz del sol. Por esto, cuando habla de sus éxitos, remarca que han sido todos “sudados”. Como esas cuatro París-Roubaix, un récord. Pero para llegar en la punta de forma a las grandes citas, se ha visto obligado a disputar el miércoles la Gante – Wevelgem y después volver a casa en bicicleta, tras moto, cargando con otros trescientos kilómetros. Quien ha intentado imitar su entrenamiento ha acabado destrozándose las piernas.


(1) En Sanson - Benotto. En la presente temporada, 1979, corren para equipos distintos: Moser sigue en Sanson pero De Vlaeminck corre para Gis. 

(2) "cascamorto" en el original. La traducción más correcta sería "mujeriego" o "ligón", pero en este contexto he considerado más acertado traducirlo por "espabilado".